3 de abril de 2007

Guerreros de Xi'an.

En la primavera de 1974, unos campesinos de Lintong estaban excavando cerca del monte Li, no lejos de la antigua ciudad de Xi'an, cuando casualmente encontraron fragmentos de una estatuilla de terracota. Según una antigua tradición histórica, cerca del pueblo de Lin Tong, bajo un montón de tierra se encontraba sepultado el primer emperador de China. Las leyendas tenían razón: era el primero de los 7.000 guerreros de terracota que montaban guardia en el mausoleo del emperador Qin Shi Huangdi. El complejo monumental se compone de varias estructuras: el centro está constituido por el enorme túmulo sepulcral, una auténtica colina artificial. El historiador Sima Qian escribió que la tumba contenía maravillas increíbles; el techo de la cámara fúnebre era de bronce salpicado de gemas como si de un cielo estrellado se tratara; en el suelo había ríos de mercurio, que se hacían fluir mecánicamente, y que representaban el río Amarillo y el rio Azul...
Según el mismo historiador, alrededor había maquetas de palacios y de torres y espléndidos tesoros. El primer emperador quiso que los artesanos instalasen en la entrada de la cámara sepulcral ballestas accionadas automáticamente para herir a cualquiera que se atreviera a profanar la tumba. En el exterior se plantaron árboles y todo tipo de vegetación a fin de que el túmulo tuviera el aspecto de una auténtica colina. Esta maravilla sigue hoy en día inviolada: la excavación arqueológica de un monumento complejo como el túmulo de Qin Shi Huangdi requerirá esfuerzos durante varias décadas, pero aunque la descripción de Sima Qian todavía no ha sido confirmada, la estructura exterior de la tumba y del complejo funerario parece confirmar la idea de que la tumba constituye una réplica de los palacios imperiales del templo, y que todo el complejo funerario es un auténtico diagrama cósmico. Las excavaciones arqueológicas comenzaron poco después del fortuito hallazgo de la primera estatua de grandes dimensiones. Enseguida pareció evidente que se trataba de uno de los monumentos más importantes de la arqueología: la fosa nº 1, así denominada por los arqueólogos chinos, era una gran cámara subterránea de forma rectangular, de 210 m de longitud de este a oeste y de 60 m. de norte a sur. En su interior, dispuestos en 11 pasillos de unos 3 m de anchura y 200 m de longitud, se encontraron unas 6.000 estatuas de guerreros, carros y caballos de terracota, un ejército entero formado en posición de batalla; los arqueros cubrían las alas exteriores, la vanguardia la ocupaban arqueros y ballesteros, y los carros eran arrastrados por un tiro de cuatro caballos guiados por un auriga y defendidos por batallones de guerreros. En el interior de esta formación impenetrable, aparecía el corazón del ejército: 36 hileras de infantes con armadura. La fosa, compuesta por los once corredores ya mencionados y por diez rampas de acceso que se abrían en los dos lados cortos, estaba pavimentada con ladrillos. Cada uno de los corredores se separaba del adyacente por una pared de tierra, mientras que una compleja cobertura de gruesas vigas de madera cubiertas de esteras enyesadas sellaba la gran fosa. El hallazgo fue tan sólo el inicio de una serie de otros importantísimos descubrimientos. Efectivamente, en mayo de 1976 se descubiró a unos 20 m al norte de la fosa nº 1 la denominada fosa nº 2. Mas pequeña, pero mucho más organizada, se destinaba a albergar la colección de figuras de caballería del ejército de Qin: más de 1.400 piezas, entre caballos y caballeros, dispuestas en 14 filas, protegidas por una vanguardia de arqueros arrodillados. Una tercera fosa, la 3, mucho más pequeña, apareció poco después, a unos 20 m al noroeste de la primera. En ella se encontraban 68 figuras, compuestas en su mayor parte por oficiales, comandantes y generales, muy probablemente una unidad de mando. Las más de 7.000 figuras de terracota, de tamaño algo mayor del natural (entre 1'76 y 1'82 m), estaban hechas por piezas, por lo que las decenas de expertos siguen entregados hoy en día a un largo y meticuloso trabajo de restauración. Las figuras están modeladas en terracota: las extremidades y el busto se lograban con moldes, mientras que los rostros parecen haber sido modelados uno a uno, como si los auténticos rostros de centenares de oficiales y miles de soldados hubieran sido copiados para reproducir fielmente el ejército que había servido a Qin Shi Huangdi en vida. Todas las estatuas estaban pintadas de vivos colores, y la diversidad en la vestimenta y en el peinado evidenciaban la pertenencia a estirpes y etnias distintas. Las diferentes posturas del cuerpo y la posición de las manos de algunos permiten suponer que empuñaban armas. La tumba debió ser saqueada durante la gran revolución que puso fin a la dinastía; los revolucionarios, que penetraron en la cámara del ejército silencioso, lograron apropiarse de las armas sustraídas a los guerreros formados. Algunos años después, en diciembre de 1980, al oeste del túmulo, se efectuó otro sorprendente descubrimiento. En el interior de un foso se hallaron dos carros de bronce de dos ruedas, con barra simple y tiro de cuatro caballos, que reproducen fielmente los carros de gala. Los trabajos para la construcción del grandioso complejo funerario aún no se habían terminado cuando Qin Shi Huangdi murió a los 48 años de edad. Prueba de ello es el descubrimiento de un cuarto espacio subterráneo, situado entre las fosas 2 y 3; esta cuarta fosa estaba vacía. El hallazgo parece sugerir que los trabajos de construcción de las fosas fueron abandonados inmediatamente después de la muerte del emperador; nunca sabremos cuántas fosas más debieron excavarse y cuántas figuras más modelarse para acompañar al soberano en su largo viaje.

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